Muchas veces insistimos desde estas páginas, y seguiremos haciéndolo, sobre las ventajas del uso del formato RAW, imprescindible para la fotografía profesional por su elasticidad y la alta calidad de los resultados obtenidos.

El formato RAW preserva al máximo posible los datos obtenidos por la cámara, y brinda mayor control sobre la imagen,

Su empleo se ha extendido tanto, que Apple lanzó a fin de 2005 el Aperture, un software dedicado exclusivamente al tratamiento y edición de archivos RAW, en tanto que Adobe anuncia la versión beta de Lightroom, una solución para el proceso y administración de archivos RAW, que compite francamente con el producto de Apple.

Sin embargo, no todo son flores. En el mes de enero de 2006 surgió una iniciativa de fotógrafos independientes, consultores, desarrolladores de software y otros actores importantes del mundo de la fotografía digital llamada 2006 Survey Open Raw, relacionada con un punto oscuro dentro de la implementación de este formato.

Ocurre que los datos correspondientes a las imágenes que fotografiamos en formato RAW quedan encriptados dentro del propio archivo por la cámara, y solo se puede acceder a ellos a través del software provisto por los fabricantes. Obviamente, a los fabricantes no les interesa revelar ciertas porciones de software porque esto revela las características internas de sus equipos a sus competidores. Sin embargo, proveen de ciertas porciones de código a los desarrolladores de programas como Adobe Photoshop o Irfan View, para que sus archivos RAW puedan ser abiertos por sus respectivos programas. Por eso es que habitualmente debemos esperar unos meses entre la aparición de una cámara y su soporte por los programas de uso general.

El formato RAW no es un formato abierto, porque hay partes en su funcionamiento que son secretas y pertenecen a la compañía fabricante de la cámara. De hecho Nikon, Canon, Phase One, Foveon y Sony implementan algún tipo de encriptación en sus archivos RAW.

Podría ser posible para los fotógrafos o los desarrolladores de programas tomar el control de los archivos y descifrar que es lo que hay encriptado?

Solo hasta cierto punto. En relación con esta inquietud existe una controvertida ley de los Estados Unidos de Norteamérica, llamada Digital Millenium Copyright Act, que entre otros puntos sostiene que es ilegal “…eludir una medida tecnológica que efectivamente controle el acceso a…” una propiedad con copyright, o proveer los medios para esa acción. Los violadores de esta ley pueden ser acusados por los propietarios del copyright. Aún no existe suficiente jurisprudencia sobre el tema, pero muchos desarrolladores de software han preferido no crear productos destinados a procesar RAW, aunque la encodificación no resulte invulnerable. La sola existencia de la encriptación disuade la investigación. Vale la pena chequear en Internet el caso de Dimitry Sklyarov, ciudadano ruso a quien el gobierno de los Estados Unidos arrestó en Las Vegas acusado de violar la DMCA cuando dio a conocer una versión de un programa que permitía “eludir” la encriptación de los archivos eBook de Adobe Acróbata y convertirlos a PDF o texto simple.

Cuales son las consecuencias prácticas de esta situación para los fotógrafos.

La existencia de aproximadamente 199 formatos de archivos RAW distintos

Cada uno pertenece a un modelo de cámara.. Podríamos estas hablando de “dialectos” del RAW. Cuando una empresa pierde el interés en dar soporte a un tipo de cámara, nadie puede acceder al código para continuar desarrollando aplicaciones que soporten esa cámara. Un caso extremo de falta de interés sería la desaparición de una marca, lo que en las condiciones actuales del mercado fotográfico no debería extrañarnos mucho. Contax, por ejemplo dejó de existir en el mercado digital, entre otras marcas.
En este contexto, hay grandes posibilidades de que archivos muchos archivo RAW resulten ilegibles en el futuro.

Menor expectativa de desarrollar aplicaciones específicas

Supongamos que alguien quiere desarrollar un conversor RAW especialmente concebido para fotografía de prensa, en el que no se tomen decisiones relativas a la corrección de la aberración cromática, privilegiando la velocidad. No puede.

Copyright dentro del copyright:

El fotógrafo tiene el copyright de la imagen, que a su vez incluiría dentro de sí otro copyright, el del formato del archivo. Si bien el concepto de copyright en nuestra legislación latina es diferente al de la legislación anglosajona que se invoca en la DMCA, no hay duda que se plantea un conflicto. Que podría suceder si algún fabricante de equipos invocase una participación, o pretendiera extender en nombre de su concepto del copyright algún tipo de derecho sobre las imágenes producidas por las cámaras por él fabricadas, avalado por la legislación de un determinado país?

Muchos minimizan esta situación, y la comparan con la guerra de los estándares de video. Otros ven fantasmas totalitarios.

Lo cierto es que no hay un «malo de la película» sino una buena dosis de despilfarro de recursos. Una alternativa podría ser el uso del formato DNG de Adobe. A través de un programa gratuito facilitado por la Adobe se puede «convertir» los archivos RAW de diferentes procedencias a un formato standard. Pero los archivos terminan pesando mucho y no hay certezas de que la totalidad de los datos pase en forma transparente el proceso de conversión.

Algunos fabricantes como Hasselblad y Leica anunciaron nuevos modelos compatibles plenamente con DNG como formato «nativo», en un emprendimiento conjunto con Adobe.

Los fotógrafos queremos pagar por calidad y usabilidad. Parte de los dólares que pagamos por las cámaras digitales se destina en cambio a sostener esta situación. No queremos pagar por la encriptación sino por la calidad de la imagen que nuestras cámaras ofrecen. Y también queremos el control completo de los archivos que nuestras cámaras producen.

Aquellos que estén interesados en profundizar en el tema pueden visitar la página www.openraw.org.

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Mariano Molinari
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